La pretensión constante de la eternidad era una burla a los sentidos
¿Percibían acaso una mentira?
Incluso en la más bella apariencia se hallaba la dicha de su culmen, susurraba.
¿Acaso será una mentira necesaria?
¿Cómo se otorga lo efímero?
¿No sería, entonces, lo perpetuo característica de lo deseable?
¡Qué engaño!
¡Qué farsa!
Me he engañado toda una vida, he sido burlada y me he burlado, pero tal vez, sólo tal vez, en el instante está la eternidad tan querida y sólo hace falta desearla.
F.
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