Dormí mucho tiempo y amanecí vacía.
Tal vez vacía siempre estuve, como esas tazas que ya están rajadas y nadie vierte nada por temor a que se bote, tampoco la botan porque es linda y está cargada de recuerdos.
Recuerdos que aprisionan mentes, que someten y agobian hasta doler.
Suspiros profundos, palpitación constante, parpadeo.
Manos frías, viento fortísimo, ojos que lagrimean y no sienten tristeza, sólo es viento.
Madrugada pasajera, acercamiento efímero, suspiro una vez más.
Y entonces, silencio.
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