Los lunes la renovaban.
Cada mañana, era un reencontrarse constante.
Más que reencontrarse, encontrarse.
Oliendo el calor del té.
Corriendo de un lado a otro.
Sintiendo gotas de agua fría.
Espejo.
Celulares de adorno.
¿Desayunaste?
Calor del té.
Algo olvido.
Escaleras.
Subir, bajar, bajar.
¿Ya te vas?
Sí, chao.
No hay comentarios:
Publicar un comentario